La Malacrianza de Agosto

acá

Paseo familiar

Laura Valenciano

laura.valenciano@gmail.com

A mí me criaron ambientalistas.

A mi edad mis papás eran activistas políticos. Así se conocieron, «trabajando para el partido» cuando los partidos políticos principales en Costa Rica aún respondían a una ideología. Ellos eran, son y serán social demócratas. Mi hermano y yo mucho tenemos de ese bagaje en nuestra personalidad y nuestra forma de pensar, hasta el día de hoy cada quien aplica esos principios a su manera.

Hace unos días unos muchachos y muchachas, que describo como valientes por falta de una palabra aún más fuerte, se unieron en lo que iba a ser una hazaña nunca vista en nuestro país. Se dispusieron a caminar desde Casa Presidencial hasta Crucitas en oposición al proyecto de una mina a cielo abierto de la que estoy segura todos están más que enterados. Yo cuando lo escuché no lo podía creer y menos cuando logré entender la distancia de la que se trataba.

Para los que como yo no tienen una distancia en mente cuando les hablan de Crucitas les cuento: Crucitas está más allá del norte, donde la tierra es roja y seca y Alajuela se parece a Guanacaste. El clima es húmedo y caliente y la falta de rotulación parece ser parte del paisaje. Son alrededor de 170kms de San José o lo que significaría caminar la romería de San José hasta Cartago unas 8 veces y media.

El lunes de esta semana salí de mi casa para ir a despedirlos porque el grupo salía de Zapote en la mañana y necesitaban todo el apoyo posible. Tenían que saber que había gente en todo el país que les agradecía su sacrificio y que compartía su sentimiento hacia la causa. Ganas no me faltaron de irme con ellos, por lo menos lo que aguantaran mis piernas, pero me quedaban dos finales más para esa semana y no era el momento para dejar tirados cursos.

Seguí su progreso por twitter y facebook, la coordinadora de Ni una sola mina se encargó se mantenerme a mí y a cuantos la siguieran al tanto. Cada noticia que posteaban yo se la reportaba a mis papás que desde el primer día les desearon de la suerte más sincera. Hablamos de la posibilidad de ir a acompañar a los caminantes ese último trecho hasta Crucitas, yo nunca pensé que hablaran en serio.

Hoy nos despertamos a las 7am, que para mi sigue siendo madrugada, y salimos camino a un lugar que ninguno conocía. Por ahí de las once de la mañana después de un par de perdidas y preguntas a los vecinos del lugar nos desviamos a la derecha sobre una calle de piedra y polvo.

Unos 20kms adentro los fuimos encontrando, «la cola del grupo» se autodenominaban los primeros que vimos. Mi mamá les dio las gracias y avanzamos al siguiente grupo con los que intercambiamos un par de minutos. La mayoría de mi edad, jóvenes agotados y golpeados por el caminar de 6 días con la convicción intacta de que «a Crucitas llegamos hoy».

Dispersos en una distancia de 4kms estaban todos, caminando en grupos o solos, sin una sola insignia o con banderas de Costa Rica, todos con sudor, dolor y ganas. Nosotros los pasamos con la promesa de vernos pronto, todos en el carro queriamos ver Crucitas y saber de aquel lugar tan olvidado por todos hasta que la mina nos lo recordó.

«Crucitas es nuestro», eso es lo que dicen los vecinos que apoyan la mina y a Infinitum S.A.

Crucitas es nuestro, sí. Crucitas es de todos nosotros y los caminantes hoy lo demostraron. Agotados se reunieron para entrar juntos a un pueblo, olvidado por el Estado, que no los quería ahí.

Hoy yo fui a un paseo familiar.

Conocí tierras preciosas, solas pero ya nunca más olvidadas.

A esas personas que conocí en el camino, ¡Gracias!

…al fin y al cabo si lo que son es valientes, ¿por qué no describirlos así?