El Menos Malo, la fea y el loco

por William Eduarte Briceño
willaseb@racsa.co.cr
http://lagangrena.blogspot.com

«las muertes en mis películas son exageradas porque quiero hacer una sátira de los demás westerns”
Sergio Leone

Si bien el género cinematográfico del spaguetti western parece no tener mucho que ver con  la política nacional, ante las presentes campañas «proselitistas” no nos queda otra tendencia mental que el surrealismo, implicando con ello comparar un género con esto otro que nuestros políticos llaman campaña electoral.
El spaguetti western es un subgénero de los westerns o como las conocemos los hispanohablantes: películas de vaqueros. Se las llamó spaguetti western porque éstas eran realizadas en Europa, específicamente en Italia o España. Eran marcadas desde Hollywood por varias características: se valían de su género padre para componer a partir de los clichés y los mitos su propio estilo, eso sí, desmejorándolos y llevándolos a niveles diferentes a los del clásico western. Esto provocó que se reconocieran en el spaguetti western, personajes ya no tan marcados por valores dentro de la escala del blanco y lo negro, lo bueno y lo malo, sino que se implementaba una escala de valores menos definida y más «sucia». Esto convirtió a estas películas en producciones casi hiperrealistas, donde se presenta una personificación de la vida más cruel y en la que se mezclan la muerte, la vida, el bien y el mal.
Cito a un intelectual nacional conocido como Gorgojo: «¿Entendieron? Ya están grandes, ya comen de todo.»
Contrapongamos las anteriores características a los spots de esta actual campaña electoral: «El Menos Malo», «Adelante», «Hagamos el Cambio (chingo remix)», «Las marionetas».   Hemos alcanzado tal riqueza discursiva como para lograr en proselitismo audiovisual los estándares que en su momento logró el spaguetti western. Ya no es un asunto de presentar a los candidatos como profesionales preparados y con la perspectiva suficiente para dirigir un país durante 4 años, no, hemos llegado a reconocer que nuestros políticos carecen de tales dones y por ello necesitamos descubrir al menos peor, al menos dañino, al menos manejable, al menos mentiroso. Ya no se trata de plantear las propuestas y los planes de gobierno, no, sino crear al igual que Sergio Leone, las exageraciones mas incumplibles como ideas de lo que un posible gobierno haría.
Eso sí, salvemos las distancias: en el spaguetti western el fin último era el entretenimiento.
El fin último de la política debería ser el de educar a un pueblo mediante el conocimiento real de sus propuestas, para que este tenga material de dónde elegir críticamente.
Esto de la política es aun más serio de lo que pensamos; gracias a las últimas dos votaciones nuestro país ha tenido uno de los gobiernos con más escándalos de las últimas décadas.  Ha cambiado su estado solidario por uno que en estos cuatro años, ha convertido a las instituciones públicas en organismos cada día más sin corazón para poder enfrentarse al mercado.
Votar en estas elecciones ya no sólo es un asunto meramente político. También tiene algo de imponer respeto y pedir que no se repitan campañas electorales como la que sobrevivimos este año.  Es un exigir que se nos trate con respeto, como seres pensantes, y dejen de inculcar con miedo, ignorancia y vacío los mensajes políticos que presentan en sus contenidos.
Si Sergio Leone realizara spots en esta campaña el texto con que se inicia este texto sería: «las mentiras en mis comerciales son exageradas porque quiero hacer una sátira de la política».

La MalaCrianza de Febrero

La MalaCrianza de Febrero acá

Las Malas mañas se heredan

por Daniela Muñoz Solano
danielavms@gmail.com

Lo único cierto de una despedida es lo que queda tras ella.
La gente cambia y crece. Los aviones van y vienen, llevando sueños de aquí hacia allá y -si se tiene suerte- de vuelta. Pero los trozos de uno mismo que se quedan en el sitio en que se dice un hasta luego, son definitivamente los que más importan.
Los que definen.
Esta MalaCrianza, en tanto papel y letra, es el rastro de quienes por ella hemos pasado.
La personalidad de estas páginas es reflejo de las “malas costumbres” de quienes le dieron y le dan vida, quienes se han sentado mes a mes a escribir, revisar, diseñar y darle forma a este proyecto.
La Mala hereda sus particularidades de quienes han creído en ella como voz independiente, libre y sin censura; de quienes han construido en ella un espacio desde donde se puede gritar, soñar y hacer arte en libertad.
Este suplemento, es herencia también, de los que ya se nos fueron y de los que hoy se nos van.
A esta MalaCrianza decembrina le toca despedirse de William Eduarte, como editor, de quien hereda actitudes, colores y palabras.
Cerramos el 2009 en plena transición, de la nostalgia de las despedidas a las esperanzas con que se habitan nuevos espacios y países; a las fuerzas con que se enfrentan nuevos proyectos y luchas.
Porque las despedidas son siempre puntos de partida.
Porque despedirse para alzar vuelo, es también crecer.

La Mala de Diciembre

Por razones externas, La MalaCrianza de diciembre no se imprimió con el Semanario Universidad. Pero como no queremos quedarnos callados un mes entero, publicamos la versión en digital.

click acá para verla completa

La Mala Digital de Octubre

malaoctAca La Mala de Octubre

La Mala Digital de Setiembre

malaset

Aca La Mala de Setiembre

La Mala de Agosto Virtual

maladeagostoo

La Mala de Agosto Aca

Solidaridad con el Pueblo Hondureño

No hay otro termino: a esto se le llama golpe de estado

….La Grande Sucrerie….


Audiovisual de Wendy Eduarte, nuestra invitada en La Ventana.

Pieles centroamericanas y dolores comunes

por Daniela Muñoz
danielavms@gmail.com

IMG_0075Se pone fea la cosa. Allá se levanta una dictadura y acá, desde arriba, nos maniata la añeja y falsa democracia. Allá las balas, el miedo y la necesidad de puños en alto. Acá, de nuevo desde arriba, la corrupción, la delincuencia y la mentira. Allá y acá, la necesidad imperiosa de libertades y democracia. Acá, desde acá abajo, sobretodo la urgencia de solidaridad. Con ellos y entre nosotros, Solidaridad con un pueblo que no merece milicos en las calles, con un pueblo que teme morir defendiendo sus libertades mínimas, solidaridad con los hermanos centroamericanos cuyos pseudo-gobernantes han volteado atrás las páginas de la historia y los han llevado de vuelta a la oscura noche de las dictaduras latinoamericanas. Sin importar si fuera ilegal o no la consulta, fuera buen o mal presidente Mel Zelaya y me caiga bien o me caiga mal su gobierno –que de hecho, así es –, ¡en América Latina no queremos más, nunca más dictaduras militares! Todo apunta a que vamos de mal en peor en Centroamérica y para oscurecernos más el panorama tico, en el partido que dice –y sólo dice– ser progresista gana el tipo más conservador y en el partido más conservador –donde nunca hubo ni habrá esperanzas– ganan los mismos, otra vez. Y mientras los partidos postulan marionetas y títeres para ocupar los puestos políticos, el gobierno se quiere traer abajo a los muñecos y títeres que sí nos gustan a las mayorías. Quiere echar por el suelo, a la Compañía Nacional de Teatro, al Moderno Teatro de Muñecos y quiere desalojar a todo el mundo de sus trincheras artísticas para poner plaquitas con los apellidos de moda. Hacer arte no es rentable, mucho menos, claro está, si es arte que piensa, que critica, que calienta. Mientras tanto, en las calles, el miedo. “Exíjale-al-gobierno-que-vuele-garrote.org” –conocida por dar a conocer las leyes de la delincuencia y por su palomita blanca– logró lo que quería, una ley de mano dura para que la honesta y trasparente policía nacional pueda escuchar sus conversaciones y las mías, hacer requisas al azar y otras barbaridades, en nombre de la seguridad. A mí me entra la espinita –no se a usted– de que ahora además de cuidarme del tipo o tipa que me quiere robar el bolso o el celular, tengo que cuidarme del policleto o policía de a pie que quiere hundir su macana en mis costillas porque a mi no me gusta el gobierno. Por suerte, yo tengo varias espinita y seguro que usted también. Por suerte hay muchas espinitas metidas en plantas de muchos pies. Espinitas que nos hacen caminar, correr, cantar, manchar paredes, gritar, enojarnos y esas cosas, vitales para obligarnos a construir lugares más cálidos y amigables. Sólo hay que decidirse a tomar unas pinzas y sacarlas, aunque duela. Hay que sacarnos de raíz –y por la fuerza, si es necesario– el germen del militarismo, de las dictaduras y (nunca olvidemos) de las falsas democracias.